EL GATO CON BOTAS

Al ver la tristeza de su amo, el gato le dijo:
–No juzgues las apariencias. No todo lo que brilla es oro. Hay cosas pequeñas que valen mucho y cosas grandes que valen poco. Cómprame unas botas y una capa y yo te haré rico.
El joven después de escuchar filosofar al gato concedió su pedido.

Una semana después, en que el rey y su hija pasaban con su carruaje cerca al río, el gato de dijo a su amo.
–¡Señor, quita tu ropa, lánzate al agua, no digas nada y serás rico!
El joven obedeció. El gato con botas, con prontitud, ocultó las prendas humildes de su amo y como el sonido el carruaje era cada vez más intenso, anunciando la presencia del rey, se puso a gritar cerca al puente:
–¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡El Marqués de Carabás ha caído al agua!
El rey al reconocer la voz del gato ordenó a sus vasallos socorrer al ilustre noble.
El gato con botas, todavía muy asustado, explicó:
–Fuimos atacados por unos bribones que se robaron hasta las prendas de mi amo.
Los siervos, por orden el rey, ataviaron al joven con la vestimenta real y lo llevaron al carruaje. La hija del rey encantada por el apuesto joven se enamoró.
El gato con botas, de acuerdo a su plan, se adelantó al carruaje argumentado al rey sus quehaceres y avisó a la gente que el rey pasaría por ahí y a la pregunta del rey: “¿De quién son estas tierras?” Deberían contestar: “Estas tierras son de propiedad del Marqués de Carabás” Y así lo hicieron.
Luego, el gato con botas se dirigió al castillo del malvado mago que según aducía era el dueño de esas tierras y le dijo:
–Quiero saber si es cierto que usted es un extraordinario mago.
–Pero estoy seguro que no puede convertirse en un ratón –le retó, el gato.
–Sí, es muy fácil para mí –afirmó, el mago y se convirtió en un ratón. El gato con botas ni corto ni perezoso al instante de un bocado se lo tragó.
Los vasallos y soldados del castillo liberados de la opresión del mago recibieron con regocijo a su nuevo amo a donde llegó el rey y anunció el matrimonio de su bellísima hija con el Marqués de Carabás, es decir, con el hijo menor del molinero.
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