LA OTRA CARA DE
LA MONEDA
LA MONEDA
El anciano levantó los brazos, pero el ómnibus pasó como un fantasma…, el anciano
en medio del paradero nuevamente levantó los brazos, solicitando los servicios
de otro ómnibus, pero este, en aparente competencia, también pasó. Llegué
presuroso al paradero, saludé al anciano y le dije:
en medio del paradero nuevamente levantó los brazos, solicitando los servicios
de otro ómnibus, pero este, en aparente competencia, también pasó. Llegué
presuroso al paradero, saludé al anciano y le dije:
–Parece que no quieren llevarte, abuelito.
–No pues… –me contestó, con un tono lastimero. Sentí una cólera terrible. Como no
aparecía otro vehículo de servicio público, me acerqué a una cabina telefónica,
a unos veinte o treinta metros después del paradero y a una distancia… cien metros más o menos, apareció otro ómnibus y mientras vacilaba en hacer o no la llamada telefónica llegó el
vehículo. Dejó al anciano con los brazos extendidos y a unos metros de la
cabina donde me encontraba, se estacionó.
aparecía otro vehículo de servicio público, me acerqué a una cabina telefónica,
a unos veinte o treinta metros después del paradero y a una distancia… cien metros más o menos, apareció otro ómnibus y mientras vacilaba en hacer o no la llamada telefónica llegó el
vehículo. Dejó al anciano con los brazos extendidos y a unos metros de la
cabina donde me encontraba, se estacionó.
–Un
momento señores –advirtió, el chofer, a los pasajeros. Descendió presuroso y de
inmediato levantó el capot del flamante vehículo–. Ruíz, no has echado agua al
radiador, traiga la galonera –vociferó con el alma encendida.
momento señores –advirtió, el chofer, a los pasajeros. Descendió presuroso y de
inmediato levantó el capot del flamante vehículo–. Ruíz, no has echado agua al
radiador, traiga la galonera –vociferó con el alma encendida.
El
anciano, ayudado por un policía, que no
sé de dónde apareció, aprovechó el momento para subir al flamante ómnibus.
anciano, ayudado por un policía, que no
sé de dónde apareció, aprovechó el momento para subir al flamante ómnibus.
–No
te preocupes abuelo, le encargaré al chofer, que te deje en la empresa Luz del
Sur –acotó, el policía. También subí, y en la cuarta fila tomé asiento, después
del anciano. Era evidente: ni el chofer, ni el cobrador se habían percatado que
habíamos subido.
te preocupes abuelo, le encargaré al chofer, que te deje en la empresa Luz del
Sur –acotó, el policía. También subí, y en la cuarta fila tomé asiento, después
del anciano. Era evidente: ni el chofer, ni el cobrador se habían percatado que
habíamos subido.
Cuando
el chofer se disponía continuar con su trabajo, el policía le solicitó su
atención, pero este reaccionó muy mal. Le miró con desprecio y levantó la voz:
el chofer se disponía continuar con su trabajo, el policía le solicitó su
atención, pero este reaccionó muy mal. Le miró con desprecio y levantó la voz:
–¿Y ahora, qué quiere? ¿Me va poner una papeleta? ¡No! ¡Esto es un abuso!
–Señor, no se altere –le dijo con moderación, el custodio– usted, no ha cometido
ninguna infracción. Escuche señor, ha subido un anciano a su vehículo. Le pido,
por favor, que lo deje en la empresa Luz del Sur. Va cancelar su recibo
vencido, haz un acto de humanidad.
ninguna infracción. Escuche señor, ha subido un anciano a su vehículo. Le pido,
por favor, que lo deje en la empresa Luz del Sur. Va cancelar su recibo
vencido, haz un acto de humanidad.
En tanto, el chofer parecía entender; el cobrador lanzó la moneda que el anciano
le dio con mano temblorosa… y rodando, con un sonido tosco, fue a parar cerca
del asiento del malhumorado chofer.
le dio con mano temblorosa… y rodando, con un sonido tosco, fue a parar cerca
del asiento del malhumorado chofer.
–Esta moneda está tan arrugada como tu cara. No vale para nada –el cobrador, le
espetó en el rostro, al pobre anciano.
espetó en el rostro, al pobre anciano.
Al observar por el espejo retrovisor, el chofer reconoció a su anciano padre.
–Papá –dijo asombrado.
–Hijo, la moneda que diste ayer, dice que no vale –se dejó escuchar, el anciano,
tratando de levantarse.
tratando de levantarse.
El cobrador no sabía donde esconder su cara… y otro ómnibus, en competencia,
pasaba como un fantasma.
pasaba como un fantasma.
Julio del 2012. ahi
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