jueves, 16 de febrero de 2012

Cuentos Recreativos 5 Soldadito

Valores 5
SOLDATITO DE PLOMO
Los niños llegaron al cumpleaños  de Willy con muchos regalos. “Gracias”, “Muchas gracias”, “Qué maravilla”, decía Willy al recibirlos, acompañado de sus padres quienes se desvivían en atenderlos con besos y abrazos; y una tarjetita por acá, otra por allá; unos pastelitos, caramelitos, gelatina,... hasta que aparecieron los payasitos: “chicos y chicas a bailar, a bailar y cantar... a bailar...” –animaron y animaron la fiesta–... y... “que  rompa la piñata”, sí,... “que  rompa la piñata”, sí, sí, sí,... sí, sí, sí y Willy rompió la piñata,  repartió la torta. Y... pasaron los minutos, todos se divirtieron y se acabó la fiesta.



Cuando se fueron sus amiguitos, Willy, todavía muy cansado comenzó a ver sus regalos: carritos, ositos, rompecabezas,... ¡cuántos juguetes! De pronto le llamó la atención una cajita con veinticinco soldaditos de plomo y de ellos, le impresionó el soldadito que carecía de una pierna, pero con porte militar y fusil al hombro igual que los demás.
Lo colocó en la mesa junto al castillo de papel en cuya puerta deslumbraba una hermosa bailarina y como el destino es así: el soldadito de plomo se enamoró de tan hermosa joven. Digamos mejor, se enamoraron.
Willy y sus padres se fueron a dormir.
Cuando el reloj dio las doce, de una cajita surgió un duendecillo, un juguete sorpresa color verde y todo molesto gritó:
–Soldado de plomo no la molestes. De lo contrario nos veremos mañana. Por qué no te dedicas a marchar. Mira a otro lado.
Pero, el soldadito no lo hizo caso.
Al día siguiente, al arreglar sus cosas, Willy colocó al soldadito en la ventana, pero fue el duendecillo y lo empujó. El soldadito de plomo cayó en un lodazal cerca a un río. Unos niños que pasaban por allí lo recogieron, hicieron un barquito con un periódico y lo embarcaron. A medida que avanzaba la nave, el río bramaba mostrando sus aguas caudalosas. El peligro era latente. Pronto una hambrienta rata gritó:
–¡Alto, de aquí no pasas sin documentos! Pero, como el soldadito no  mostró ningún papel, la rata hundió el pequeño barco.
            El soldadito al llegar al mar poco a poco se fue hundiendo, y no dejaba de recordar a la bella danzarina, cuando en un abrir y cerrar de ojos fue devorado por un enorme pez, y este pez fue pescado y llevado al mercado, de allí llegó a la cocina y cuando lo cortaban para preparar un rico cebiche, apareció del interior, el soldadito de plomo. El ama que lo reconoció,  era  la madre de Willy, quien de inmediato avisó a su pequeño. El niño alborozado lo llevó al lugar donde la bailarina lo esperaba. Desde entonces vivieron felices en aquel maravilloso mundo de los juguetes. Gracias al amor sincero vencieron los obstáculos.

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